El Quixote de Eko

Exposición en Casa Égüez Centro Cultural, 22 de junio, 19h00
De México a Kito, pasando por La Mancha y Lepanto
La mano del artista es la mano de un soldado, el arte es una batalla, entre la creatividad y el tema, entre las emociones y la técnica, entre la obra y el artista.
Miguel de Cervantes conoció la guerra de las novelas y la real, la que le inmovilizó la mano izquierda, su vida transitó de la aventura de las batallas al cautiverio que lo empujó a escribir la historia del Quijote. Eko toma estos dos elementos y crea un personaje que rompe con la presencia lánguida y bufonesca que ha sido repetida hasta la ridiculización y la cursilería. El Quijote de Eko es parte de Cervantes, dibuja sus aventuras y personajes desde el cautiverio de su miserable lecho de enfermo y es la mano inmóvil la que encarna a ese aventurero que pelea inútilmente en el dolor y la pérdida, ahí la imaginación liberadora abre la puerta, le dice al artista y al escritor que la creación es el trofeo de los vencidos.
En homenaje a la imaginación como materia esencial de la creación, Eko y Cervantes recorren ese viaje infinito que la inteligencia emprende sin conocer su destino. La mano quijotesca o cervantina se posa en un escenario abstracto de Eko, y desde ahí vive sus historias, en la síntesis que los sueños nos arrojan, en la arbitrariedad de la primera impresión cuando leemos las páginas del libro.
La contundencia del negro en los dibujos de Eko nos insiste en que es una obra literaria que se tiene que ver y leer, que los personajes llevan en la sangre la tinta negra que les dio vida, y que en esa monocromía entraron en nuestra mente para quedarse ahí, demostrando que nunca ganaremos la batalla de la existencia, como el Quijote, estamos expuestos a su egoísta y misterioso designio.
Curaduría y textos: Avelina Lésper.